Un magnicidio que consternó al
pueblo mexicano es el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
El carismático candidato a la Presidencia de la
República por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) realizaba un acto
de campaña en el barrio de Lomas Taurinas, Tijuana, el 23 de marzo de 1994
cuando fue asesinado de dos balazos, uno en la base del cráneo y otro en un
costado del abdomen.
En el lugar se detuvo a Mario Aburto, quien
confesó haber perpetrado el crimen de manera solitaria.
¿UN ASESINO EN SOLITARIO O CONSPIRACIÓN?
El asesinato
de Colosio es de los casos más investigados en la Historia de México, se
pudo resolver rápido si el pueblo hubiera creído que Aburto actuó solo, pero
inmediatamente se empezó a especular sobre una conspiración por parte del Gobierno Federal, en ese momento a cargo de Carlos Salinas de Gortari.
Y es Colosio traía una idea de cambio, pero de
un cambio verdadero en la política nacional, quería un gobierno cercano al pueblo, y aunque su
partido, el PRI, había estado en el poder durante décadas desde su creación en 1929 como Partido Nacional Revolucionario
(PNR), para luego convertirse en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y por
último en Partido Revolucionario Institucional (PRI), la gente empezaba a
sentirse inconforme por la forma de gobernar de sus políticos, donde los más
beneficiados siempre eran los funcionarios y el pueblo seguía con muchas carencias.
Para la ciudadanía Colosio significaba ese cambio, y con él, el fin de la
carrera política de muchos que habían llenado sus arcas con los recursos del país. Eso, no le convenía a los que tenían el poder, y las propuestas de
campaña del candidato Colosio, no eran del agrado de estas personas.
Aunque hubo una marcha de fiscales encargados en llevar el Caso Colosio,
hubo muchas incongruencias y falta de métodos en las investigaciones, aunque
llegaban a la conclusión del asesino solitario, pareciera que lo que la gente
quería escuchar es que había sido un complot.
Y es que hay muchas cosas que aún se cuestionan, la celebración del evento se hizo en uno de los lugares con más índices de inseguridad en Tijuana, Lomas Taurinas; no hubo mucha seguridad porque según Colosio no quería que se manchara su imagen de candidato cercano a la gente, al momento del primer disparo no había personal de su seguridad privada alrededor, el tamaño de los orificios hechos por las balas (en la cabeza y en el abdomen) son diferentes, se habla de que hubo "dos Aburtos", y muchas más incongruencias que se dieron a lo largo de las investigaciones.
La pregunta quedará en el aire, y el caso sin resolver, seguiremos con la incertidumbre si fue un complot, o se trató de un crimen por un asesino en solitario.
EL DISCURSO INCÓMODO.
Días antes a la tragedia, el 6 de marzo de 1994, el Licenciado Colosio pronunció un
discurso en la Plaza de la Revolución, y
que se transmitió en radio y televisión, donde dio a entender claramente
que el México que veía y que actualmente gobernaba el PRI (partido al que él
representaba), era un país con hambre e injusticias, -"Veo
un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por
las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres
y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las
oficinas gubernamentales”- expresó el candidato en el famoso discurso.
Muchos analistas políticos adjudican a este discurso, por la contundencia de sus señalamientos, la ruptura de la relación con el Gobierno de Salinas y con muchos militantes del PRI, en su mayoría de “la vieja escuela”, ya que las palabras
pronunciadas sin lugar a dudas causaron malestar en todas las filas y jerarquías del
PRI, pues ponía en evidencia el mal funcionamiento del gobierno a manos de su
partido.
Se dice en la Vox Populli que con ese discurso firmó su sentencia de
muerte.
Hoy, 23 de marzo de 2015, a 21 años de su
asesinato, se sigue hablando de una conspiración, pero Colosio sigue presente por sus
palabras y su visión de querer cambiar al país:
“Es la
hora de reformar el poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la República;
es la hora del poder del ciudadano. Es la hora de la democracia en México; es
la hora de hacer de la buena aplicación de la justicia, el gran instrumento
para combatir el cacicazgo, para combatir los feudos de poder y el abandono de
nuestras comunidades.
¡Es la hora de cerrarle el paso al
influyentismo, a la corrupción y a la impunidad!”
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